El ojo, el gran ojo, el ojo de Gran Hermano, el de la tele, el de la cámara, el del objetivo más cercano, o el del más lejano satélite, el ojo, el que nos mira, el que nos espía, aquel que Orwell o quizá Zamiatin nos avanzara y aquel que los telecincos de turno pusieron tan de moda.